Pantallas y Escenografía: ¿Hacia dónde miramos? Una reflexión abierta sobre el equilibrio en los eventos
Nadie puede negar que la revolución tecnológica ha transformado nuestro sector para bien. Las pantallas LED de alta resolución, la capacidad de cambiar atmósferas con un clic y la espectacularidad del contenido digital nos han permitido crear experiencias que hace quince años eran impensables. Los proveedores audiovisuales han hecho un trabajo increíble democratizando una tecnología que hoy es el estándar de la industria.
Sin embargo, en esta carrera por la espectacularidad visual, a veces me pregunto si no estaremos cayendo en una inercia peligrosa: la idea de que «cuanto más grande sea la pantalla, mejor será el evento». El verdadero desafío del diseño reside en lograr una armonía perfecta entre pantallas y escenografía.
Como profesional del diseño escénico, me gustaría plantear una reflexión abierta a mis compañeros del sector, tanto técnicos como creativos: ¿Estamos utilizando la tecnología para potenciar el mensaje o, sin querer, estamos dejando que el fondo eclipse a la figura?
Cuando colocamos a un ponente delante de un muro LED de gran formato con gráficos en movimiento constante, le estamos pidiendo al cerebro del asistente que haga un esfuerzo extra para ignorar el estímulo visual más potente (la pantalla) y centrarse en el más sutil (el humano). El resultado es la sobrecarga cognitiva. Tal como señalan diversos estudios sobre la exposición a pantallas, esto reduce la eficiencia de los circuitos neuronales involucrados en el pensamiento concentrado. ¿No os ha pasado estar en un evento y notar que vuestra mirada se va al fondo, perdiendo el hilo de lo que se dice? . Quizás el reto no sea poner más píxeles, sino gestionar de forma inteligente las pantallas y escenografía para que el ponente siga siendo el protagonista.
Aquí comparto cuatro puntos clave sobre la relación entre pantallas y escenografía que creo que merecen una conversación pausada entre todos.
1. La Biología del Ojo y la Atención del Público
Todos conocemos la potencia de un buen contenido gráfico. Pero la ciencia cognitiva nos recuerda algo básico: el ojo humano está programado para perseguir la luz y el movimiento.
Cuando colocamos a un ponente delante de un muro LED de gran formato con gráficos en movimiento constante, le estamos pidiendo al cerebro del asistente que haga un esfuerzo extra para ignorar el estímulo visual más potente (la pantalla) y centrarse en el más sutil (el humano). ¿No os ha pasado estar en un evento y notar que vuestra mirada se va al fondo, perdiendo el hilo de lo que se dice? Quizás el reto no sea poner más píxeles, sino gestionar de forma inteligente las pantallas y escenografía para que el ponente siga siendo el protagonista.
2. En un Mundo de Pantallas, ¿el Lujo es la Textura?
Vivimos pegados a dispositivos digitales. Pasamos el día frente a superficies planas y emisoras de luz. Por eso, me pregunto: cuando alguien asiste a un evento presencial, ¿qué espera encontrar?
Tal vez lo que realmente conecta hoy en día sea volver a ver volumen, materia y profundidad real. Una escenografía física bien diseñada ofrece un «descanso» visual y una calidez que la pantalla, por muy alta definición que tenga, no puede replicar. ¿Podría ser que el valor diferencial de un evento presencial hoy resida precisamente en ofrecer una experiencia táctil y tridimensional, dejando lo digital como complemento y no como totalidad? La calidad de la escenografía tangible es nuestro activo.
3. La Convivencia entre Luz y Vídeo
Este es un punto que afecta directamente a la calidad final de la imagen. Los diseñadores de iluminación saben bien lo difícil que es iluminar correctamente a una persona cuando tiene detrás una fuente de luz masiva.
A menudo, la intensidad del LED «aplana» al sujeto o contamina la escena, obligando a usar una luz frontal muy agresiva para compensar. Una escenografía física nos permite jugar con las sombras, crear volúmenes y modelar el espacio con luz de una forma mucho más teatral y emotiva. ¿Podemos encontrar un punto medio donde el vídeo no anule la magia de la iluminación? La correcta interacción entre luz y las pantallas y escenografía es la clave.
4. Sostenibilidad: ¿Qué es realmente más eficiente en la Escenografía?
Aquí es donde creo que tenemos que hacer los números con honestidad. Solemos pensar que lo digital es «limpio» porque evita la construcción. Pero si miramos la huella de carbono operativa, la cosa cambia.
Una pantalla LED de gran formato encendida durante días consume una cantidad muy considerable de energía (miles de vatios/hora), sin contar la refrigeración necesaria. Frente a esto, una escenografía basada en sistemas modulares de aluminio (altamente reutilizables), bastidores de madera FSC (que se reutilizan en un 50% de ocasiones) o textiles de algodón reciclado, tienen un consumo energético de cero durante el evento. Si nuestro objetivo es la sostenibilidad real, tal vez la solución más «eco» no sea siempre la más tecnológica, sino la que menos recursos activos consume in situ.
Conclusión: Buscando la armonía entre Pantallas y Escenografía
No se trata, ni mucho menos, de volver a la edad de piedra ni de eliminar las pantallas. Son herramientas fantásticas e imprescindibles.
Mi propuesta es simplemente que recuperemos el equilibrio. Que la tecnología sea un ingrediente más, no el plato único. Imagino eventos donde convivan pantallas integradas de forma inteligente con estructuras físicas que aporten identidad; donde la luz, la materia y el vídeo dialoguen para arropar al mensaje, no para competir con él.
¿Qué opináis vosotros? ¿Creéis que hemos llegado al tope de la digitalización escénica y toca recuperar lo tangible, o el futuro es 100% digital?

